sábado, 4 de junio de 2016

En ello



El Banco de España prosigue en la vieja tradición de Fernández Ordóñez y se inmiscuye donde no le compete: en propulsar reformas del mercado laboral en contra de los trabajadores. 
Lo de garantizar el crédito a familias y empresas para levantar la economía se deja en manos de competentes vírgenes, mientras que ha sido el gasto público deficitario el que ha tirado del carro. Hasta hemos bajado de los cuatro millones de parados en un periodo sin gobierno al que amenazan todos los presagios y sortilegios más negros de la OCDE por ello.

Algo que se termina con los nuevos recortes europeos que se nos vienen encima para reducir ese déficit, y de paso seguir aumentando alarmantemente la deuda pública para mayor gloria de los cobradores de intereses.

El PSOE sigue hundiéndose en su propia ambigüedad: ¿con quién tiene intención de pactar tras el 26-J, con el bloque de derechas o con Unidos Podemos? Juntos van a rozar la mayoría absoluta bastante más que PP-C´s. Pero todos los signos cupulares apuntan a gran coalición, o a convertirse en el auténtico obstáculo para formar gobierno de cambio. 
Antes de empezar, y ya se niegan a pactar con la confluencia para arrebatarle la mayoría al PP en el Senado, uno de los grandes obstáculos o dogales que afrontará el gobierno de la que se anuncia una legislatura corta e inestable, atenazada por la crisis económica y las exigencias de Bruselas.

Rajoy ya ha firmado con plena desfachatez la carta de sumisión y recortes mientras promete más bajadas de impuestos.
¿Y qué gobierno en el que participara el PSOE se atrevería a plantarle cara a Bruselas? 
¿No tendrá que esperar a su momento mayoritario la confluencia social, mientras se fortalece como oposición a los partidos del régimen del 78?
Esperemos que no se olviden tan pronto de la auditación de la deuda, o de la necesidad de renacionalizar sectores estratégicos: pero siempre necesitarán un amplio y militante respaldo social hoy demasiado latente y paralizado, en lugar de hallarse ya en la calle apoyando las revueltas sociales francesas, junto con griegos portugueses e italianos.
Señor Varoufakis: ¿el fruto social está aún muy verde?
Estamos en ello.


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