El imperio del mal se desmorona. Impagables los semblantes hasta ayer soberbios de Barberá, Aguirre o Cospedal. Estrella de la muerte de desguace.
Lo del pucherazo contra sí misma de Cospedal, maravilloso.
El Twitter inteligente arde de placer: el instante que compensa años de fatigas.
Que gobiernen las listas más votadas, arguye Rajoy.
Han ganado. Por eso solo les queda la súplica estéril y tan irreal como el país que venden, figurada y literalmente.
Lo del pucherazo contra sí misma de Cospedal, maravilloso.
El Twitter inteligente arde de placer: el instante que compensa años de fatigas.
Que gobiernen las listas más votadas, arguye Rajoy.
Han ganado. Por eso solo les queda la súplica estéril y tan irreal como el país que venden, figurada y literalmente.
Por supuesto, señor presidente: dejemos que los seis millones de votos a la corrupción, el autoritarismo de pandereta y cortijo, el cinismo grueso y la asfixia social, sigan decidiendo por los restantes treinta y tantos millones. Ahora nos toca al resto devolverles graciosamente el regalo, cómo no.
Se sigue de suyo, como que España es un país donde hay muchos españoles, que filosofaba el propio Rajoy.
Obviamente ya anuncian las próximas cruzadas de los medios afines para vociferar contra la extrema izquierda de Colau o Carmena.
Obviamente ya anuncian las próximas cruzadas de los medios afines para vociferar contra la extrema izquierda de Colau o Carmena.
Pero España empieza a demostrar ser mucho más que esos seis millones de votantes del círculo dantesco más profundo.
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