miércoles, 20 de junio de 2018

Cuestionario

 
Lo que llamamos centros educativos se limitan a ser fábricas de conformismo, ignorancia militante y falsa conciencia, afirmemos en la vieja tradición encarnada en el siglo XX por pensadores de la talla de Russell o Chomsky.
¿A cuántos profesores o padres oyen los alumnos contar la historia de nuestras guerras y sus víctimas? Silencio absoluto sobre las cuestiones fundamentales que hacen entender este mundo.
Obvio que la historia del Aquarius desata el nacionalismo, y de pronto una mayoría se pone antirracista y prorrefugiados a grito pelado en las encuestas.
Pero en todo este tiempo anterior, en que este país ha acogido a un porcentaje mínimo de refugiados respecto a lo que se comprometió y firmó en la UE: ¿cuánto debate ha existido sobre la militarización de África, no digamos ya Oriente Medio, en las guerras por el control corporativo occidental sobre la energía, minerales y recursos naturales de estos continentes que consumimos quince veces más de lo que nos corresponde, de lo cual huyen todos estos refugiados con tantos muertos queridos a sus espaldas?
Es fácil poner ahora el grito en el cielo ante los niños enjaulados por Trump, pero tratar de denunciar las causas corporativas conduce hasta hoy al silencio o el encogimiento de hombros de profesores y familias.
Un sistema educativo en que no se puede pensar críticamente y denunciar sin ser acusado de ideológico por los vigilantes whatsapps de padres, dejando en manos del escaso nivel cultural de las familias españolas, y su ley del silencio, la deriva del propio sistema educativo desde primaria hasta la Universidad.
Un encogimiento de hombros que en el mejor de las casos se cree no ideológico: por supuesto que moralmente estamos en contra a título individual, pero no se puede detener el avance del capitalismo intrínsecamente bueno en términos generales hacia el progreso universal, pese a su creciente número de víctimas en los márgenes. Y esta ideología conservadora, inconscientemente hegeliana, se tiene por sentido común no ideológico. Terrible.
Hay que pasarle un cuestionario a los alumnos: ¿pensáis que tal postura obedece a argumentos intelectuales y éticos sólidos, o apenas al interés personal de quienes salen beneficiados de tal situación mundial, y pese a callar sobre ello permanentemente en centros llamados educativos, dicen educar en el pensamiento riguroso y crítico?
Es mucho más interesante andar enfangados con la cabeza gacha en burocracia absurda, altamente tecnocrática, fraseológica e ideológica, que en realidad nadie lee o se toma en serio sino como medida de domesticación del profesorado, además de la de los alumnos.
 
 
 
 

jueves, 14 de junio de 2018

Por quién doblan las campañas

 
Si pudimos acoger a millones en épocas con menor riqueza que hoy, si países pobres pueden acoger a millones de refugiados en Oriente Medio: ¿qué es el actual relato de la Europa fortaleza sino un relato funcional al fascismo de las elites para dominarnos mediante el pánico, y un gran negocio de seguridad, a costa de las decenas de miles de víctimas de la costa o los hacinados a las puertas y vallas navajeras? No preguntemos por quién doblan las campañas de las ONG: lo hacen por todos nosotros a cuenta del estado totalitario de control.

miércoles, 6 de junio de 2018

A vuelapluma

 
2018: verano que esperó primavera hasta el último momento, explicar a los tercos ambientales que la inestabilidad de las corrientes en el Atlántico también es cambio climático.
Cifuentes, Rajoy: todo lo que decían que era sólido se desvanece en el aire.
Sánchez: todo lo que era vacuo e intrascendente se solidifica en gobierno.
Rivera: condescender al asalto al cielo desde el trompeteo nacional, xenófobo y patriarcal de querubines de los amos olímpicos.
Y Europa aprieta, pero no desahoga.
Eurobonos, mutualización de las deudas: no es no en Alemania hasta que arda el Walhalla por todos los costados de Sur a Este, que Bild escupirá rotativos sobre los mendigos sureños de dolce far niente
Italia: soñar con arias en que el gigante alemán se derrumba sobre sus pies de barro sociales y bancarios.
Trump: guerra comercial al mono de la UE, que no es de goma.
Israel: lavar la cara en festivales y torneos aplaudido por EEUU y la UE, incluso Rusia, mientras prueba triunfal sus nuevas armas sobre las víctimas del eterno retorno.
Irán: si vis pacem de todos modos tendrás guerra.
China: desbancar económicamente a la superpotencia con comedida discreción, rearmarse con prudencia confuciana de general Tzu, puesto que impedirán a toda costa que la ruta de la seda vaya como la seda.
Rusia: sobrevivir a la crisis de los precios del petróleo, plantarse con firmeza bélica en los puntos estratégicos sensibles para restar sentido a la geopolítica del caos, o quizás ya no, descollar en la ciberguerra, lavar su autocracia y el rechazo juvenil a cuenta de su orgulloso estatus de declarado enemigo número uno de los enemigos primordiales del mundo mundial.
Y la sobrehinchazón de activos, preparando el próximo boom de depresión profunda: ¿y quiénes sabrán bucear en un océano de deuda corporativa...?
 
 

viernes, 1 de junio de 2018

Revolución verdadera y verdad revolucionaria

 
Si bien el análisis marxista de la creciente concentración y acumulación de capital, con el consiguiente menoscabo de la calidad de vida de las clases trabajadoras, crisis sistémica mediante, resulta correcto, aún debe explicar cómo es posible que el aumento de cualificación de nuestras clases trabajadoras no haya traído más conciencia colectiva y resistencia, sino menos. Obvio que la atomización y desmantelamiento programado de las fuerzas trabajadoras ha hecho bien su trabajo, con la financiarización de la economía y el control hipertrófico desde la deuda . Pero el marxismo clásico debe reconocer el papel principal de las fuerzas culturales dominantes en ello, a la Weber o la Escuela de Franckfurt. El dominio de nuevas técnicas mediáticas potentísimas para moldear ese conformismo en forma de individualismo consumista y competitivo, desde la radio, prensa y t.v. hasta la inmensa maquinaria de troquelamiento cultural y control del ocio colectivo que es Internet. Para su falsa conciencia Marx sigue precisando del análisis anarquista de Orwell o Chomsky, de la lucha por la hegemonía de Gramsci. Pero es la verdad la que siempre resulta revolucionaria, no las maquinarias electorales de guerra errejonianas, puro marketing, basadas en cultivar más aún el falso sentido común imperante.