viernes, 1 de junio de 2018

Revolución verdadera y verdad revolucionaria

 
Si bien el análisis marxista de la creciente concentración y acumulación de capital, con el consiguiente menoscabo de la calidad de vida de las clases trabajadoras, crisis sistémica mediante, resulta correcto, aún debe explicar cómo es posible que el aumento de cualificación de nuestras clases trabajadoras no haya traído más conciencia colectiva y resistencia, sino menos. Obvio que la atomización y desmantelamiento programado de las fuerzas trabajadoras ha hecho bien su trabajo, con la financiarización de la economía y el control hipertrófico desde la deuda . Pero el marxismo clásico debe reconocer el papel principal de las fuerzas culturales dominantes en ello, a la Weber o la Escuela de Franckfurt. El dominio de nuevas técnicas mediáticas potentísimas para moldear ese conformismo en forma de individualismo consumista y competitivo, desde la radio, prensa y t.v. hasta la inmensa maquinaria de troquelamiento cultural y control del ocio colectivo que es Internet. Para su falsa conciencia Marx sigue precisando del análisis anarquista de Orwell o Chomsky, de la lucha por la hegemonía de Gramsci. Pero es la verdad la que siempre resulta revolucionaria, no las maquinarias electorales de guerra errejonianas, puro marketing, basadas en cultivar más aún el falso sentido común imperante.
 
 

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