El aspecto más gracioso de la LOMCE es que unos
señores que vivimos trabajando para el Estado, con sueldos aún envidiables para
la mayoría de recortados y esclavizados, con una red de seguridad laboral
menguante pero que ya quisiera el resto para sí, debemos enseñarle a los chavales que deben buscarse la vida y negocio por su cuenta, que los pocos que triunfen
en una economía previsiblemente estancada, deflacionaria o incluso quebrada, vivirán
muy bien. Y los que no, merecerán ir al hoyo por su negligencia. Pero que se
olviden del Estado.
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