jueves, 24 de marzo de 2016

Escuelas de derechos


¿Pero las deportaciones y campos de concentración de refugiados no nos refugiaban del terrorismo, Bruselas? Ya se nos han vuelto a entrometer bárbaros barbudos y tan ajenos en nuestros paraísos de libertades y derechos.
Es que aún no somos lo suficientemente nazis: empecemos a deportar y torturar inmigrantes establecidos. Tal y como lo pretende el yihadismo, deseoso de fascistizarnos para que importemos nuestras propias guerras externas al corazón de nuestras mentiras civilizatorias. Sin contar las decenas de miles de muertos en el Mediterráneo de parte de nuestras políticas humanitarias. Una nueva intervención en Libia, ya programada por EEUU, ayudará.
Y acordemos nuevas partidas de miles de millones a Turquía para que acoja en nuestro nombre este tipo de ataques: en cuanto se reponga de los suyos, tras estos años de pasión turca por la financiación y connivencia con el EI contra los progresistas kurdos.
Lo fundamental es que Europa prosiga en el lado fantasioso de la defensa de los derechos humanos, pero esta vez también en casa.
Igualmente tenemos a Obama, líder de un país donde se espía y persigue disidentes, donde se impide el voto a millones y se trampean elecciones, se sostienen campos de concentración, se ejecutan ciudadanos por las calles, posee la mayor población carcelaria del mundo, se aplica la pena de muerte desde el sistema judicial más corrupto y racista posible, se niegan derechos sanitarios a millones, se violan los derechos laborales de millones, incluidos niños en las maquiladoras propias, se deportan ilegalmente mujeres y niños que huyen del infierno alentado por la propia EEUU: impartiendo lecciones de derechos humanos en Cuba y Argentina.
Trump y Le Pen son solo el síntoma. El resto lo ponemos el resto.
Las viejas máscaras falaces de Europa y EEUU que solo nos creemos aquí a fuerza de propaganda pregnante, no así para el resto del mundo que sufre nuestras crueles e inhumanas consecuencias desde hace unos siglos, han dejado de ser funcionales incluso para nuestra propia ausencia de conciencia. 

Por tanto criminalicemos a quienes conservan por aquí algún vestigio de ella. 
Médicos sin fronteras o Intermón Oxfam, buenismos poco operativos.  
Gobernantes criminales europeos como Orban o Rajoy es lo que demandan estos tiempos difíciles, según se vaya agravando la depresión económica mundial mientras se sigue inyectando liquidez ficticia al sistema bancario.
Como en los buenos tiempos.  
A por el enemigo interno, como en los buenos tiempos.


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