Ya es primavera en el corte francés. Y los indignados franceses miran a España.
España mira cómo se empantana el
extremo-centro en su propia
ingobernabilidad ganada a pulso social, aderezada de ese déficit
anti-austeritario del pasado año que ha
facilitado el crecimiento del PIB y que vuelve a pintar en bastos
ordoliberales próximamente, mientras los medios culpan a Podemos de
dicha
ingobernabilidad.
Santa
ingobernabilidad que tan nerviosa pone a las elites europeas y
nacionales: el mejor resultado hasta ahora de aquella indignación, que
afuera sigue apreciándose en su importancia como hito histórico europeo, justo al contrario que en nuestros
sesgados aparatos político-mediáticos caseros.
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