Sobrevivió a decenas de intentos
terroristas de la CIA. Como el suelo cubano, que se convirtió en el que
más atentados sufría -por tierra, mar y aire- mientras Reagan los
incluía en la lista de países terroristas en los 80 sin haber cometido
jamás ninguno; y EEUU protegía en Miami a gente como Posada Carriles,
autor del atentado al avión cubano que costó decenas de vidas civiles, y
al resto de promotores de decenas de bombas indiscriminadas allí.
Pregunten a un pobre colombiano,
hondureño o guatemalteco -además de a un cubano de la brutal época de
Batista, el juego y las mafias estadounidenses allí- si hubieran
preferido ser pobres en la Cuba de Fidel. En su respuesta está la
sencilla clave contra décadas de propaganda infame. Pese al bloqueo del
imperio más poderoso de la Historia -en Irak bastaron diez años para
acabar con medio millón de niños, por ejemplo-, resistieron bastante
indemnes.
Quizás no lo hicieron mal del todo estos
irreductibles. Esperemos un poco a la sentencia de la Historia a ver
quién ríe el último, si Fidel o sus detractores imperiales.
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