Lo que llamamos centros educativos se limitan a ser fábricas de conformismo, ignorancia militante y falsa conciencia, afirmemos en la vieja tradición encarnada en el siglo XX por pensadores de la talla de Russell o Chomsky.
¿A cuántos profesores o padres oyen los alumnos contar la historia de nuestras guerras y sus víctimas? Silencio absoluto sobre las cuestiones fundamentales que hacen entender este mundo.
Obvio que la historia del Aquarius desata el nacionalismo, y de pronto una mayoría se pone antirracista y prorrefugiados a grito pelado en las encuestas.
Pero en todo este tiempo anterior, en que este país ha acogido a un porcentaje mínimo de refugiados respecto a lo que se comprometió y firmó en la UE: ¿cuánto debate ha existido sobre la militarización de África, no digamos ya Oriente Medio, en las guerras por el control corporativo occidental sobre la energía, minerales y recursos naturales de estos continentes que consumimos quince veces más de lo que nos corresponde, de lo cual huyen todos estos refugiados con tantos muertos queridos a sus espaldas?
Es fácil poner ahora el grito en el cielo ante los niños enjaulados por Trump, pero tratar de denunciar las causas corporativas conduce hasta hoy al silencio o el encogimiento de hombros de profesores y familias.
Un sistema educativo en que no se puede pensar críticamente y denunciar sin ser acusado de ideológico por los vigilantes whatsapps de padres, dejando en manos del escaso nivel cultural de las familias españolas, y su ley del silencio, la deriva del propio sistema educativo desde primaria hasta la Universidad.
Un encogimiento de hombros que en el mejor de las casos se cree no ideológico: por supuesto que moralmente estamos en contra a título individual, pero no se puede detener el avance del capitalismo intrínsecamente bueno en términos generales hacia el progreso universal, pese a su creciente número de víctimas en los márgenes. Y esta ideología conservadora, inconscientemente hegeliana, se tiene por sentido común no ideológico. Terrible.
Hay que pasarle un cuestionario a los alumnos: ¿pensáis que tal postura obedece a argumentos intelectuales y éticos sólidos, o apenas al interés personal de quienes salen beneficiados de tal situación mundial, y pese a callar sobre ello permanentemente en centros llamados educativos, dicen educar en el pensamiento riguroso y crítico?
Es mucho más interesante andar enfangados con la cabeza gacha en burocracia absurda, altamente tecnocrática, fraseológica e ideológica, que en realidad nadie lee o se toma en serio sino como medida de domesticación del profesorado, además de la de los alumnos.
Es mucho más interesante andar enfangados con la cabeza gacha en burocracia absurda, altamente tecnocrática, fraseológica e ideológica, que en realidad nadie lee o se toma en serio sino como medida de domesticación del profesorado, además de la de los alumnos.