Sirvió concienzudamente
a esa ultraderecha franquista que tanto ladró y recusó la Constitución cuando
nació, pero que luego usó durante décadas como su mayor valedora contra el resto
de la sociedad. El juez López bloqueó tramposamente la renovación necesaria del Tribunal
Constitucional durante años para garantizarle a los suyos su control absoluto.
En una
pirueta legal y moral insuperable, además ocupaba allí su puesto privilegiado de
manera anticonstitucional, sin cumplir los requisitos requeridos, porque esto
es España y nos encantan todo tipo de retorcidas paradojas, siempre que
repercutan y perjudiquen en la misma dirección mirando hacia los
españoles.
Al final ni
la FAES de Aznar vacuna de alguna conciencia moral, así es que se emborrachó y
delinquió de forma estrepitosa al volante para que el mal absolutista apartara
de sí de una vez para siempre ese amargo cáliz, y le aligerara las espaldas del
tremendo peso de lo que significa España.
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