La Intifada palestina de los cuchillos que nadie entiende, excepto el mayor experto que es el historiador hebreo Ilan Pappé.
Rusia diezma en escasas semanas al
Estado Islámico o Daesh en Siria para resolver lo que EEUU, Arabia Saudí
o Israel no tenían prisa en limpiar tras alimentarlo desde hace un
lustro, ni Turquía dejar de confundirlos con los kurdos. Pero es la
aspiración imperial de Putin la que debe inocularnos miedo en nuestros
periódicos y televisiones. El invierno árabe finalmente servido en
ensaladilla rusa.
La polio amenaza extenderse en la
Ucrania civilizada y domesticada por la UE, a golpe de estado neonazi y
una impagable servidumbre crediticia típicamente made in FMI. Peligrosa
calentura de nueva guerra fría.
Refugiados bajo cero en el barro, niños incluidos, a las puertas de la Europa culpable. A otros los siguen sacando del mar.
Aquí Orban aplaudido por sus homólogos
xenófobos en Madrid, se cree parte de la Roma imperial. El Albiol
húngaro en odor de sus multitudes democristianas a espaldas del Papa,
importador de nuestras concertinas tanto físicas como mentales.
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