Olvídense del Estado, reduzcámoslo al mínimo exponente de las soflamas mal llamadas liberales, significa que éste se concentrará sin distracciones en el servicio completo a las grandes corporaciones, además del típico keynesianismo militar de represión y vigilancia ciudadana, y se desprenderá del lastre de los servicios sociales para quienes lo sostienen con sus impuestos directos e indirectos.
El siguiente paso, la constitucionalización de los abusos corporativos mediante el TTIP o el TISA y la sumisión de los gobiernos elegidos democráticamente.
Incluirán, como suelen, al menos un 15% de apartados dedicados al comercio para poder seguir llamándose tratados de libre comercio. Aunque hoy por hoy lo sean todavía de libérrimo secreto.
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