jueves, 9 de agosto de 2018

Poco tratados, poco libres, poco de comercio

 
O huyen de guerras, o del libre comercio que las provoca. Una conexión tan entrañable como inextricable, y tantas veces en nombre de la democracia y el progreso. A los engranajes de la pauperización y las consiguientes bolsas de pobreza y emigración forzada, ya analizadas por Marx, los termina coronando una guinda estilo Trump: quien pese a nuestro escándalo no deja de suceder con dignidad la época de Obama, el gran deportador de cientos de miles. Sean nuestras guerras de destrozo externo de un país o intestinas como las del narco en Méjico, fruto del TLC: ya la Inglaterra victoriana practicaba su libre comercio del opio en China con el estímulo bien a la vista de sus fragatas de guerra a sus espaldas. Es tan libre ese comercio que siempre convino imponerlo un tanto. Tratados como el actual TTIP que se cierne sobre nosotros: apenas la quinta parte de sus articulados regulan el comercio, el resto se trata de blindar privilegios e impunidad de las grandes corporaciones transnacionales, que hoy acumulan un poder y riqueza imperiales desorbitadas, inéditas en la Historia. Muy poco tratados, muy poco libres, muy poco de comercio.
 
 

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