Un ministro del Interior sobre el que recaen sospechas fundadas de tortura en sus procesos como juez, ideal para un país denunciado internacionalmente año tras año por torturas en calabozos, que protege y condecora a sonados torturadores y criminales contra la Humanidad. Un poder judicial de herencia nuclearmente nacionalcatólica, amigo de todo tipo de manadas, en especial las fascistoides, codo con codo con el nivel de corrupción de la clase dirigente española, guardián impertérrito de las esencias de cloaca. Aunque útimamente tan impugnado por el estado de derecho... en otros lugares de América o Europa.
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