El tren de alta
voracidad española nos engulle en sus excesos milmillonarios, su metro de vía al
doble o triple mortal del precio europeo, su lógica de manga ancha y vía estrecha, sus estaciones a desmano en terrenos recalificados al gusto de sus caciques. Un
tsunami ecológico de alta inviabilidad, a velocidad de crucero para sus promotores
económicos y políticos de nuestro via crucis. Había que ir muy rápido a cualquier rincón para cerrar negocios
con maletín en todas partes. En especial los que nos levantaban el país al resto, para quedarse
arriba una vez esquilmado y postrado ante su cruz, mangoneado y hundido.
De la Ceca a La Meca, nos va sobre rieles.
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