Y dijo
Taleb: Hágase el cisne negro, ese que
canta justo antes de empezar a vivir. Y entonces las urnas comenzaron a
rebosar sentido común, y el 15-M resucitó en plazas aún más influyentes e
interesantes que las de antaño, en este imparable agrietamiento oceánico que al fin exilia a su Elba
radiactiva a los mayordomos de las gasísticas o bancos. A los que todavía algún
despistado, atascados sus momificados dedos y reumáticos axones neuronales en el
viejo mando televisivo, se atreve sin decoro a llamar líderes.
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