Al
contrario del dictum de Popper, en que enviamos a nuestras conjeturas a morir en nuestro lugar, en
las situaciones extremas y misteriosas en Europa,
la luna helada de Júpiter, cada conjetura se iba cobrando, en angustioso crescendo,
a un miembro de la menguante tripulación. Como en los viejos tiempos animales: la
inteligencia regresaba a sus orígenes de la falsación lógica en bruto. En el
futuro más arcano se agazapa el pasado más primitivo, extremo y desnudo, a la intemperie
en ningún sitio concretable de la inmensidad. ¿No es maravilloso?
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