viernes, 18 de octubre de 2013

Montreal




Oye, le había reclamado sorprendido Feynman al otro Nobel Murray Gell-Mann cuando al fin descubrió que era Montreal la ciudad de la que llevaba un rato hablándole, después de habérsela oído pronunciar al menos diez veces en un afectado y rimbombante francés: ¿tú no crees que el lenguaje sirve para que la gente se comunique…? 
Pero a fin de cuentas tampoco podíamos imaginar que imaginando partículas que viajan hacia atrás en el tiempo se pudiesen explicar tantas cosas profundas, por muy pragmática que resulte toda renormalización.









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