La luz al final
del túnel pronto descubriremos que era la de un tren que se nos venía encima, asegura
el economista crítico Alberto Garzón. Una luz que en realidad solo lo es de un pretendido
túnel de lavado de políticas estrepitosamente dañinas y fracasadas. Quizás esa luz
al fondo del oscuro túnel de la que brotarán nuestros ancestros para exigirnos que
los enterremos de una maldita vez. Lo cual sospechamos, como un destello al fondo
en la opaca oscuridad del dichoso túnel, que equivaldría a desenterrar de nuevo
esa proverbial furia española a la que, por sus desbordamientos torrenciales de
hemofilia más que por sus inclinaciones ideológicas, en todas partes llaman la roja.
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