viernes, 18 de octubre de 2013

La urraca




La urraca, dadas sus tendencias cleptómanas y sus limitaciones contables, últimamente ratificadas por los investigadores naturales, solo alcanza para una soberbia ópera bufa de la última etapa alemana de Rossini, mejor incluso que como burda metáfora clerical de los componentes de un gobierno ladro que desfilan testimonialmente por los tribunales, desde Toledo a Estrasburgo, como exóticos indígenas de costumbres inconmensurables con todo aquello, pobladores de un universo incomunicable e intraducible. Como si vinieran de defenestrar en casa a policías y jueces que se han atrevido a excavar en sus insondables negocios políticos, amén de un ministro de Justicia que va logrando que una mano sostenga la balanza, pero la de pagos, la otra mano se tape la nariz, y la venda caiga de los ojos para ejercer de mordaza social. 











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