El debate
del estado de alienación. Sus señorías se encaraman al estrado de dejación
desde sus escaños minoritarios, o quizás desencabalgan faltones y señoritos
desde lo alto de su alta cuna y rubro inimitable de buena estirpe genética.
Porque incluso en la rabiosa mediocridad existen clases.
Las porras
periodísticas sobre quién ha ganado. Las casas de apuestas arden en el país en que las apuestas de casa se perdieron por el sumidero bancario amigo.
Sobre
quiénes seguimos perdiendo no hay debate ni por tanto emoción, puesto que la
mayoría no gusta de votarse a sí misma en las encuestas digitales. ¡Si ni
siquiera acostumbra últimamente a hacerlo en las urnas!
En sus
consignas coreadas, su marea de corbatas y su entrega de la nación en pago, las
pasan diputadas entre risas, ruido e insultos que no significan nada. Esta
plataforma de afectados que nos hipotecan persiste contra viento y mareas en su
escrache a la realidad.
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