domingo, 9 de febrero de 2014

Irrealeza




Me niego a aceptar que la Infanta lo firmara todo sin saber qué firmaba, con tanto máster en económicas. Lo digo porque cuento en mi poder firmado por ella un documento en que me dona la mayor parte de su fortuna. 
Sé que suena inverosímil, y en virtud de ese pequeño asomo de duda razonable que merece mi versión, la de nuestros destinos entrelazados plebeyamente para los restos sin pretensión de llegar a poder corromperla más de lo que lo logró el marido, no seré yo quien arroje la primera piedra acusadora e inflexible de la certeza condenatoria. Pese a que su versión ante el juez resulte casi más inverosímil que la mía. 
O acaso el fichaje en La Caixa pretenda precisamente aprovechar estas virtudes suyas, y la piensan poner a firmar desahucios a punta pala mientras que ella crea estar realizando obra social y servicios a la comunidad. Digamos que como medida edificante y aleccionadora impuesta judicialmente, negociada en su favor por el fiscal defensor y la inspección fiscal ciega como el amor. 
Y así evitar la cárcel que endosarle enterita por San Valentín a su príncipe azul. Tan azul como la viagra de todo duque empalmado que se precie.









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