Respecto al
homicidio múltiple del Tarajal, el genio de Floriano confirma ante la prensa
que ambos Fernández mutuamente contradictorios ofrecieron satisfactoriamente todas las explicaciones posibles.
Incluso él
mismo, habitualmente tan limitado por su torpeza sin límites, se ha percatado de
la alegre y pizpireta inepcia declarativa, en teoría dedicada a enfangar y
no a confesar, y se ha apresurado a matizar el grueso error de la verdad. Se
refería a todas aquellas versiones que han ido cayendo en manos de Interior,
desde su indigente imaginación fabuladora, como hojas secas o nadadores
hundidos. Una detrás de otra, abatidas por los datos y demás materiales
anti-infundios, cuya peligrosidad informativa recomendaría por sí misma
prohibirlos terminantemente.
Nuestras
autoridades en fronteras, desplegables o replegables conforme a su
discrecionalidad mediante fuego a discreción, fueron víctimas de la inmediata
rastreabilidad sin infrarrojos, bajo el cartel refulgente Mucho que esconder, poco que engañar iluminando, como faro delator, cada
maniobra para pasar de estraperlo todo un contingente delictivo. A través de las
poco protegidas fronteras de la legalidad y los brumosos derechos humanos, con
marejada de testigos e inhumanidad temporal del Estrecho. El mismo cartel
reflectante que ni siquiera hizo falta que subtitulara la aparición floriana,
que algunos insisten en llamar comparecencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario