sábado, 21 de diciembre de 2013

Abortos




El gobierno le quitará la calefacción a los pobres en el crudo invierno de nuestro descontento, y para compensarlo crea desde hace semanas un estado caótico de indeterminación que oscila entre la brutal subida de estos años y una subasta que encarecerá la tarifa de nuevo un 11%. Algo que primero anuncia, luego borra el tuit, y luego negará haberlo borrado. Rato sale al menos mediáticamente indemne de esta estafa acumulativa, la del arcano déficit de tarifa eléctrica que se inventó para expoliarnos desde el Estado al servicio del oligopolio.
Tanta indecisión se equilibra en contrapartida con la premura y determinación con que han paralizado en el Constitucional el decreto andaluz antidesahucios y devuelven a la calle a miles de familias; como les ocurre a otras miles cuya vivienda social en Madrid ha sido vendida a fondos buitre extranjeros. O con la que se lanzan a reprimir y castigar democracia. O a domar ovarios irreverentes e imponer embarazos no deseados como ineludibles cadenas perpetuas para mujeres pobres, de vuelta al proletariado. Hay que defender piadosamente los derechos del nasciturus con malformaciones, aprovechando que se aborta definitivamente la Ley de Dependencia.
Gallardón convence a las manifestantes de la necesidad del aborto retroactivo para algunos ministros. Y cuando al fin el gobierno asustado les chafa la subasta, las eléctricas están que echan chispas. Por ver si son los rosarios en los ovarios o es la tormenta eléctrica de intemperie sobre los pobres, generada por bastante más inepcia política que la contratada por los votantes, lo que termine de minar lo ya largamente insostenible. Algo que justifique las caras tanquetas antidisturbios a chorros de agua, recién adquiridas, con que Interior apuesta por resolver los problemas de limpieza de las calles de Madrid.










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