Entre los
vítores de los preferentistas, comparece Blesa ante el juez con parche en el
ojo, cara de malo, el viejo truhán capitán de un barco que tenía por bandera
regulaciones algo tibias y un montón de calaveras. Su abogado fiel le abre
camino con diez inhabilitaciones por banda y viento en popa a dos velas para el
resto, recordando amenazante el destino del juez Silva, por la poca
fundamentación de miles de correos que detallan el expolio. No iba a ser menos
que la piratería somalí, tras la cual siempre andan los respetables bufetes de
la City, salvando la insalvable diferencia moral en favor de los desahuciados
pescadores de Somalia. Blesa alega que la desastrosa e irregular compra del
banco norteamericano fue aprobada por el Banco de España. Y que no quepan todos
en un mismo indulto arbitrario de Gallardón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario