Se
sorprendió comportándose como a family
man. Empezaba a darse miedo a sí mismo en medio de lo desconocido. Pero se
alivió pensando que simplemente era un traje para un rato que le sentaba mejor
que el de Papá Noel, sin chimenea en la que atascarse en aquel clima
mediterráneo. Bakunin le suministró otra píldora definitiva con la que
relajarse.
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