Hacerles de
nuevo la pascua militar al heredero y consorte, delante de un motón de
uniformados desfilando la momia en cadera perpetua, con un 65% clamando por la abdicación y una
mitad que ya no es monárquica: la sagrada unidad española se deja cada vez más
gente fuera. La peligrosa y creciente desafección de la elite y sus rituales
arcaicos respecto a la ciudadanía, que tanto preocupa a una infanta. La otra es martirizada de la imputación a la desimputación, y
de vuelta a la imputación. Como viene a decir la Casa Real: Qué gran imputada.
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