Con la
excusa de no molestar a los dirigentes chinos, como tampoco se debe a los israelíes, el gobierno termina de bloquear la
capacidad de las demandas de justicia internacional. Genocidas, torturadores y
otras especies españolas protegidas en libertad en su hábitat salvaje, están
de enhorabuena. Las denuncias sobre miles de niños robados en dictadura y democracia por
militares y eclesiásticos, archivadas con todos los parabienes de este
gobierno. Otro cuento chino.
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