lunes, 6 de enero de 2014

Limbos




El profesor universitario les infunde la superioridad de unas razas sobre otras, que la homosexualidad es una enfermedad curable o el papel que la biología le establece a la mujer en la reproducción de las antiguas cocinas. Los alunizandos se remueven inquietos en las gradas escalonadas. Uno le pregunta al otro: ¿Sabes por casualidad en qué siglo estamos…? Otro se plantea cuánto han pagado sus padres por este máster, si es que tiene padres y no son productos de probetas platónicas e ingeniería genética avanzada. Nadie recuerda cómo ha llegado allí, si se trata de una universidad pontificia de negocios o de una siniestra agencia de formación estatal. ¿Por qué se celebra ya desde el prólogo del manual electrónico en sus tabletas aquel célebre Tea Party? ¿No impedía religiosamente desde sus rudimentos y principios fundacionales aquel glorioso movimiento todas esas prácticas y tecnologías, según detalla el primer apartado introductorio del Libro? ¿Es una contradicción? ¿Importarán para algo las contradicciones en ese siglo que podría resultar tan orwelliano, alentarán apenas nada considerado vagamente subversivo? 











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