El Diccionario
de la Real Academia Española de la Historia, a la vista de sus salidas por cada
entrada: el entonces Ministro de Cultura Mariano Rajoy que lo impulsó, para el que los privilegios de las clases altas se derivan naturalmente de su "estirpe genética", debiera haber
presupuestado algún millón más y haberlo presentado en viñetas, para que a nadie
quedasen dudas de su vocación humorística para el recreo y solaz de cuarto de baño.
El riesgo interpretativo de sus cincuenta sesudos tomos en 130 kg radica en ajustarse
como un guante a la boutade de Stendhal
sobre el reaccionario Bossuet, a la que tanto se aplican todos los conservadores
reaccionarios de todos los tiempos: Es la
broma en serio.
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