El Papa
reniega de la mano invisible del mercado, porque no deja ver la mano providente
de Dios, desarticulándose en medio de semejante disolvente acelerado de
humanidad. Que se vaya a su amada Cuba, alega un internauta en un foro.
El
blanqueo de la blanqueadora banca vaticana es lo que le duele a la Santa Madre,
como un aborto del desmadre, además de que el mismo Papa los tilde de medievales, o pretenda
descentralizar la estructura organizativa de la transnacional (lo que también imprime sacramentalmente sus propios cardenales).
Y así la incuria cardenalicia anda cantando a coro, en cada conjura por los rincones de Palacio, aquello de Alberti: Se equivocó la paloma, se equivocaba.
Y así la incuria cardenalicia anda cantando a coro, en cada conjura por los rincones de Palacio, aquello de Alberti: Se equivocó la paloma, se equivocaba.
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