sábado, 22 de marzo de 2014

Comunidad



Tras financiar a la clasista y racista derecha venezolana, pura democracia ultraviolenta y orwelliana en red, o tras sepultar en los medios mayoritarios españoles que el nuevo gobierno de Kiev lo componen nazis apoyados por la OTAN y la inteligencia alemana, que lo era solo hasta que Putin desarbolara la jugada con su previsible órdago disfrazado de gambito, el PP en bocaza de Ignacio González le achaca el ideario neonazi a las Marchas por la Dignidad que confluyen en Madrid. De ahí que se esmeren en recibirlos con las fuerzas de choque comprobadamente más antidemocráticas: a día de hoy sus mejores galas. Homenajes, desfiles, salvas y aplausos, que del confeti se encarga Ana Mato.
Su segundo de a bordo, en brillante oposición dialéctica, ha decidido achacarlo a la ultraizquierda dirigida desde Cuba. Estos sesudos debates sociológicos en el seno del gobierno de Madrid apuntan mucho más alto, no se dejan distraer por el ruidoso cacharreo de categorías tan despreciablemente ideológicas e irreales como desahuciados, estafados, parados, precarios, demediados o irremediablemente miserables que al final incluyen a millones.
En cualquier caso los observadores internacionales los protejan a todos ellos de Cifuentes, la cólera de Aguirre y costilla rota de Caín. Al tiempo esta última redescubre después de estigmatizarla en los planes de estudio la filosofía griega, para apuntalar por conferencia que la cultura europea es lo mejor que ha ocurrido en la Historia humana desde sus fundadores a ella misma, y sin la mediación de Hegel. Y por extensión, más que cogitación, a los que designó sus sucesores en la Comunidad de Madrid. Son casi como la Ciudad de Dios de Agustín de Hipona subterránea y transversal a la Historia, pero al fin condensada en consorcios privados, reunida en juntas de accionistas del pelotazo financiero constante y sonante, como el entrechocar de ideas sabias. 
Hoy 22-M ciudad sitiada por la ciudadanía.












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