Reedición superadora del espectacular grito masivo de hace
años No a la Guerra, solo que ahora
barrida la gente de las grandes portadas como molestas hormigas.
No a esta guerra en casa contra todos nosotros. No a su
propaganda de guerra usurpando el lugar de la información, hoy abierta en grandes
canales, aplastada por viejas prensas y maniatada en monstruosas cadenas a la deuda
de destrucción masiva. Precisamente esa contra la que ayer se enervaba titánico
el nervio cívico de calles sin que resonara sino solo en sordina, excepto en la
bullente web.
Al contrario, se trata ahora de abocar a sus sociedades al
ostracismo y las andanadas de antidisturbios, de reconvertirlas en las
sociedades de la luxación, de la represión digital sobre cualquier ojo crítico
que se atreva a ver demasiado.
Primero desatendieron el grito democrático colectivo de las
víctimas de esta dictadura financiera, y justo después se muere Suárez. Pero les
vale igual de bien como coartada para soslayar el asunto.
Tanto que deberían tener cuidado para que su fuerza simbólica de fin de época no acabe por engullirlos y grabarlos en piedra 2.0 para el museo de la infamia.
Tanto que deberían tener cuidado para que su fuerza simbólica de fin de época no acabe por engullirlos y grabarlos en piedra 2.0 para el museo de la infamia.
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