El juez
Bermúdez dictamina, en pleno paritorio inmundo de inmundicias de una década, hasta este último titular dinamitero, que se
ha condenado a ETA cientos de veces con bastantes menos indicios de los que
sirvieron para condenar a yihadistas en el 11-M. M de mentira gorda, sostenida
con fervor religioso y la misma perspicacia.
Ignacio González insiste en que
todavía caben con calzador aznariano diversidad de opiniones sobre la autoría. Igual de lícito, dado el mismo peso indiciario, vocear
durante años en primera plana en grandes medios de nada a derechas, excepto todo, que pese a las múltiples
reivindicaciones, la mayor parte de atentados de ETA los cometió el rey en
cacerías desorientadas y disparos erróneos que se equivocaban una y otra vez de
paquidermo. Cuestión de legítima diversidad de opiniones dentro del absoluto
respeto al dolor de las víctimas.
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