Enfrentamientos
al Este de Ucrania contra el nuevo gobierno filonazi de nuestro corazón y finanzas,
al que nuestros medios le alaban en titulares su "afán de limpieza"
como si a la corrupción se refiriese. ¿Pero no es asunto que llevan de nuevo Timoshenko
y demás oligarcas…?
La ultraderecha
ucraniana sale de cacería. Al postureo militar en las fronteras le sigue una incursión
del ejército ruso para proteger a la población culturalmente rusa. Naturalmente
nosotros solo llegamos a saber en nuestra prensa occidental de la segunda parte
del cuento, en la que Putin invade Ucrania de manera escandalosa e inadmisible,
equiparable a la invasión nazi de Polonia o Checoslovaquia.
A esta Ucrania
quemada como el cielo de Chernobyl, a medio gas, doble de deuda y abultados déficits además del democrático solo podrían
hundirla aún más los paquetes de rescate de la UE-FMI, que al contrario que en Grecia
en este caso no anteceden a las razzias
y esvásticas. O esa temida guerra civil en la que Rusia no esconderá sus bazas, a la inversa
de la UE y la OTAN en el golpe de estado del Maidán.
Esas esvásticas
que se disimulan en el blanco de la bandera de paz que hipócritamente ondea ahora
Merkel ante Putin en la cabecera de Der Spiegel.
Por continuar con la analogía histórica, pero en el sentido correcto.
Probablemente
Putin haya perdido por todo esto sus posibilidades de Nobel de la Paz para el que
estaba nominado, en la línea Kissinger u Obama, que sus decenas de miles de muertos
en Chechenia ya estaban convalidados. Lo cierto es que Obama y Merkel jugaban a
la Oca contra la Federación Rusa, aplicando
la asentada doctrina Gene Sharp-Robert Kagan del carnaval mediático golpista y destituyente,
aderezado de sus típicos oscuros francotiradores contra la multitud, y en estas
que Putin les contesta con un magnífico jaque como si de geoestrategia se tratase.
Menos mal que ahí están para aliviarnos de tanta realidad nuestros medios mayoritarios, como prolífica literatura de evasión o victoria.
Menos mal que ahí están para aliviarnos de tanta realidad nuestros medios mayoritarios, como prolífica literatura de evasión o victoria.
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