Una conmoción
de censura en Navarra contra la corrupción manifiesta del brazo incorrupto de
santa Barcina. Al fin la guinda del pastel que le encarara literalmente aquel
audaz terrorista del azúcar, convenientemente crucificado.
Pero, en los extraños
códigos que llueven del cielo al desierto, la moción se asimilaría a
colaboración con banda armada, que no de innegables argumentos políticos y
datos decisivos de cilicio sino de ese famoso arsenal embalado y precintado
para el club de la comedia. La democracia se ha salvado en Navarra de nuevo por
obra de Dios, con la bendición pusilánime y cálculo erróneo del partido
mayoritario de la oposición. Que no se opone a autofustigarse con esos mismos
códigos arcanos, que carga su propio madero a lo más alto de la impostura
tribal, entre vítores de maitines y para mayor gloria del club de nuestra
tragedia.
La democracia se ha salvado, viva la democracia.
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