Los únicos
que se liberaron de Wojtyla, que no en balde traía ya nombre de monstruo
posnuclear, fueron los teólogos de la liberación y demás amigos de los pobres,
a los que las dictaduras bendecidas por este santo padre que les tiró a tales
leones terminaron de liberar torturando y acribillándolos por toda Sudamérica.
España era la sonrisa de Dios, nos reveló. Lo que afianza la sospecha de tantos
herejes históricos sobre su sadismo y mala leche connatural. Qué duda cabe que una
divina publicidad de parte del gran Papa experto en marketing que no entiende ni Dios. Sus esfuerzos denodados para
proteger pederastas, tan solo superado por el de Pío XII en ocultar nazis y
ayudarles a huir a servir a la CIA para adiestrar sádicos monstruos en
Latinoamérica, o sus ansias de propagar el SIDA en África, porque saltarse un
castigo divino está muy feo, deberían resultar suficientemente milagrosos por
sí solos cuando han logrado una santificación. En lugar de apelar a curaciones
de charlatán de carromato y Egomóvil, que Galileo les perdone ahora a ellos.
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