La homilía de Rouco amenaza para que sus propios revisionistas filonazis no digan dentro de un milenio
que la Iglesia no predicó el apocalíptico aviso, con acuse que no es de recibo.
El representante de lo peor de esta tierra en bocaza de Dios anuncia en funeral
de Estado sus viejas plagas. Que el maná se queda en el cielo acaparado para la
vidorra eterna de los de buena estirpe meritoria y cainita, cuyo evangelio intestinal nos portavocea.
Cuidadito
con provocarnos otra guerra civil de nuevo sobre vuestras fosas comunes, reza imbuido de espíritu tan santo. Cuando
en realidad quería decir Cruzada por la liberación, en los estrictos y precisos términos de
pedagogía histórica de la Academia Militar, auténtico polvorín de la verdad cautivadora pero armada.
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