Bárcenas sin recreo. Su soberbia todavía puede seguir
metiendo en líos y sacras pasiones la honorabilidad del gobierno, que es una sustancia
ectoplásmica a la que ya no invocan ni los propios creyentes. Hoy que los pasos de Semana Santa van hacia atrás. Ruz estrecha el
cerco sobre las mentiras de Cospedal en su cara, que en buena ley suelen
conllevar hasta un año de cárcel pero en mal país llevan al juez a peligrar.
Las ramificaciones de la Gürtel alcanzan a la falla de San Andrés: precisamente
las obras en B de Génova buscaban apuntalar la sede del PP ante el seísmo que nos anda
engullendo al resto. La sociedad del Palau y el Liceo catalanes de rositas. La
rosita andaluza marchita y en un puño, con Bruselas queriendo fiscalizar los
miles de millones adjudicados para emplear mejor a los ya empleados en la
Administración. Una larga Cuaresma de la recuperación, pese a la cruel amenaza de los realojos, que nunca finaliza en
calvario para ladrones mientras que los antidisturbios multiplican los
Cristos por las calles.
El franquismo más que resucitar se despereza. Pese a que la mayoría nacional se sienta cada vez menos católica. O precisamente por ello.
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