lunes, 12 de agosto de 2013

Bancos de nieve




Pero ninguna equiparable a cuando aquel directivo se jactaba de haberse sacado del culo la cifra de 7.000 millones como rescate a su banco, con lo que sumió al Estado en un agujero que finalmente sobrepasó los 30.000. Aun así tímido en comparación con el enorme boquete anal que debió de extendérsele como una llanura, según narran los testigos auriculares de los lavabos que escucharon sus risas y aquellos desagradables chasquidos metálicos. Lo que no les resultó nada sospechoso en un banco habitualmente nevado, que albergaba en sus sótanos suficiente material financiero radiactivo como para provocarle al país una larga glaciación de humanidad para los restos, en medio de las carcajadas. Porque todo esto se podía leer aquellos días en cualquiera de los periódicos viejos que resguardaban a tantos de la ola polar de aquel crudo invierno, sobre los bancos nevados del parque de pasivos y demás desechos tóxicos. 







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