Paganini y
el grillo de mi ventana comparten la capacidad de tocar un largo concierto
sobre una sola cuerda sin descanso, incluso sobre una sola nota: pero de los dos solo el
segundo ha pactado realmente con el diablo, porque les oí cuchichear en la
maleza unas horas antes de que su canto me enloqueciese permanentemente.
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