No sabemos
quiénes somos hasta que los arrecifes nos sacan de dudas… y de circulación,
solía fanfarronear filosóficamente en la borda el viejo capitán, del que no
sabría añadir nada más que tuviera cabida en esta historia, que como es bien
sabido nunca llegará a desarrollarse. Deslumbrados de luminiscencias
intermitentes, y hábilmente aleatorias, no escarmentamos hasta el arrecife;
pero el sabor de la disolución es ese tipo de saber que tampoco hubiera sido
rentable de poder aprehenderse mucho antes, por ejemplo en la sabia contraportada
de una caja de cereales, o en un pastelito de la suerte chino.
Estupendo blog, me ha ayudado a soportar horas de cola en el curandero y lo mejor...por fin puedo leerte!
ResponderEliminarBajaré en unos días a visitarte...y nos actualizamos, muuak!