Lo más
urgente es que ella tardase una vida entera en reaparecer entre el gentío, entre los
gorrillas agazapados oteando el resquicio de unos dirhams y las insoportables caravanas de regresantes pródigos
amontonadas frente a la verja. Que postergase sine die el frágil aleteo y su spleen
de cisne extraviado, su retraído estar en cualquier parte del que sus
afilados pómulos guarecían su mirada dubitativa. Urgente que
no se le resquebrajase el sueño tan temprano, porque asomarse a ella un poco más cerca la siguiente vez le revelaría entre
trizas lo que ya entendía, sin asumirlo, como su propio melancólico e intransferible
espejo, típicamente reacio de amanecer.
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