lunes, 12 de agosto de 2013

Madrid




Amigable pero meticuloso hasta lo litúrgico, disponía las fichas en la mesa con una endiablada precisión.
Pese a las leyes derogadas ad hoc, como la del tabaco cuya ausencia renacía su viejo asma en la atonía del náufrago, o a sus condiciones laborales de chimpancé entrenado, se entregaba al trabajo con obsesiva concentración porque le evitaba saber demasiado de lo que ocurría alrededor.
Nunca llegó a conocer a sus homólogos de Macao.
A veces canturreaba mentalmente aquello de Aunque muera el verano y tenga prisa el invierno, la primavera sabe que la espero en Madrid; o se preguntaba si habrían llegado ya las ansiadas Olimpiadas con sus renovados pelotazos, sus pistas de oro y sus piscinas de dinero, puesto que era ya incapaz de pensarlo de otro modo.








No hay comentarios:

Publicar un comentario