miércoles, 31 de julio de 2013

Apropiación indebida



La compulsión de aferrarse a sí mismo del falso nudo corredizo.







Desencantados





¿Resulta tan inmoral tratar de disuadir de sus supersticiones íntimas a un adulto como explicarle a un niño no solo que los reyes son los padres sino, aún peor, que los motivos de su apego son bastante más espurios que sus enternecedoras defensas respectivas de la magia en el mundo o la profunda fe? Weber lo sintetizó magistralmente en su concepto de desencantamiento del mundo. El quid de la trampa polisémica estriba en sugerir que sería recíprocamente esta pérdida de asideros míticos lo que a su vez nos habría desencantado respecto al mundo, y no el hecho de que el mundo podría estar encantado de librarse de nosotros próximamente, en un revolucionario alarde de democracia ecológica y apoyado en razones bien fundadas. 







Esquizofrenias





Simplemente me ayuda a liberar esquizofrenia: otros con más suerte lo llaman escribir, replicaba el entrevistado exhibiendo lo que solía considerársele lúcida cordura, por aquello de que a los locos nadie les cree nunca.
 
 
 
 
 
 
 

Desnortado




En esos momentos de agotamiento extremo reivindicaba su derecho a permanecer en la misma posición sine die, incluso en el rechazable caso de que la cabeza apuntara al sur y los pies parapetasen el norte desafiando todo magnetismo, incluido el económico.







La mesa




Hace quince años yo estaba donde estáis vosotros ahora, y mirad dónde he llegado, les había indicado la entrevistadora segura de sí misma, sobándose la placa en la que se leía Directora General de Recursos Humanos prendida a la chaqueta. No obstante quince años para lograr bordear una mesa a él no le pareció el mejor ejemplo de trabajo duro y sacrificio que a cambio les exigía a los candidatos para vender enciclopedias taurinas puerta a puerta.







martes, 30 de julio de 2013

Drones




Un avión cargado de gente mundialmente reconocida haciendo de escudo humano de Winston Smith, al que hay que proteger de las redes del imperio en red en su atribulado viaje en avión como refugiado político a duras penas. Entretanto los drones del Gran Hermano nunca cejan en rastrear hasta el último rincón de nuestras mentes. Suerte que no le pilló adormilado y logró detectarlo antes de que soltara su carga tóxica en alguna región sensible de su hipocampo: lo atrapó con unas minúsculas pinzas de laboratorio y según lo extraía de aquel ánimo incendiario matutino lo arrojó a la taza de café, donde gorgoteó un momento antes de ahogar su insidioso zumbido.









Enemigo común




Cómo es posible que nos masacremos entre nosotros si poseemos un enemigo en común: el ser humano. 








sábado, 27 de julio de 2013

Al traste





Formas blandas, inteligentes, colonizadoras de un planeta líquido y rocoso.
Las cooperativas bacterianas fueron las auténticas y solventes ingenieras de este mundo de proteicas y viscosas formas, cuentan, según iban moldeando y complicando el entorno. Desde entonces ha ocurrido de todo, minuciosamente registrado en la memoria genética, epigenética, ecosistémica.
Se almacenaba, pero no había quien lo leyera.
Desde la plataforma neocortical de nuestros cerebros primates saltó la cultura simbólica, la más reciente innovación de la vida inteligente sobre sí misma, y cerró el círculo. De los relatos orales que metaforizaron el mundo y lo humanizaron, a la escritura que lo revolucionó sustantivándolo. Hoy es el torrente instantáneo de imágenes y palabras por todo el globo: el batiburrillo que quieren hacer pasar por noosfera o conciencia global, aún por perfilarse entre las espesas brumas de la desinformación.
Al final hubo tantos lectores que el sentido se fue al traste.






El arca de Noé





Cuando al fin se clausuró completamente aquel mundo-invernadero, a resguardo de la irrespirable atmósfera y la tóxica degradación ambiental, parecía que se iniciaba una nueva era de convivencia supertecnológica, pero esta vez estrechamente solidaria: puesto que los seres humanos se jugaban definitivamente su supervivencia.
Entonces aparecieron las ratas. Al principio alguna que otra perdida, se asustaba y volvía a perderse entre las tuberías subterráneas o los conductos de ventilación. Pero paulatinamente fueron multiplicando sus salidas, fueron superpoblando la superficie a raudales, hasta el punto de que al final se subían por los brazos de los operarios o incluso sorbían del café de los ejecutivos con total impunidad y confianza, sin que a nadie le causase la menor extrañeza. Nadie parecía reparar en ello ni concederle una miaja de atención. La gente prosiguió sus vidas y no puso reparos. Si el resto estaba igual de aterrorizado que él en su fuero interno, desde luego su capacidad de disimulo era titánica. Buscó con quienes hablar abiertamente de ello, problematizarlo. Pero solo encontró gestos de incomprensión o acusaciones directas de paranoia: nadie veía nada.
Empezaba una nueva era. Y de pronto vislumbró horrorizado que no serían las ratas las primeras en abandonar el barco.









Etcétera



Sabemos que el barco se hunde, y como remataba el melancólico Leonard Cohen, sabemos que el capitán mintió.
Conocemos los entresijos con mayor detalle que los libertarios que protestaban contra la invasión de Vietnam hace escasas décadas: por ejemplo sabemos por qué se aísla y tortura desde hace muchos meses al soldado Manning que filtró los profusos papeles de wikileaks
Nadie resulta hoy del todo ignorante sobre el papel jugado por la inescrupulosa banca de inversión: los tiburones de Wall Street y los destripadores de la City londinense, las burbujas del embriagante champán de irrealidad con que la crisis financiera nos desinfló.
El consenso científico sobre el calentamiento climático resulta tan flagrante como un folleto de funeraria en un spá, que incluso los negacionistas liberales ya se han cambiado al bando del negocio de la adaptación a ese cambio climático.
¿Quién necesitaría un etcétera…?






Amenaza nuclear





Richard Feynman trasteaba en las cajas fuertes de sus compañeros, se divertían.
Eran geniales y muy humanos, demasiado. Fabricaron secretamente la bomba atómica e inauguraron la actual era del peligro de autodestrucción termonuclear.
Sin embargo, quizás nos quepa finalmente relativizar ese legado de la segunda era dorada de la Física, si admitimos que el envenenamiento acelerado del entorno, la presión antropogénica sobre el ecosistema, pudiera ser finalmente la lápida de la aventura humana sin haber vivido de por medio ningún invierno estrictamente nuclear.
¿A quién puede importarle mi arsenal informático o las armas escondidas en el búnker del sótano?, solía decirse unos meses antes de la matanza en el centro comercial y el ciberataque difuso que llegó a provocar apagones y saqueos, y que el Departamento de Estado también atribuyó a los chinos.
Otro tanto razonaban los dirigentes de Corea del Norte, donde obedientes ejércitos desfilan su creencia de que fue el amado líder quien inventó la energía nuclear en sus ratos libres.
Aquí nuestros sumisos ejércitos zombies desfilan por los centros comerciales la creencia de que Corea del Norte es el gran peligro nuclear del mundo.







El pasadizo





La experiencia de los alucinógenos mezclados de aquella infausta noche le había transtornado, braceando por escapar de aquellas telarañas de luces carnívoras, boqueando por salir al aire libre. Pero afuera solo había encontrado más cadenas chirriantes, gimoteantes serpientes envenenando cada cuadro, sumiendo cada escena en un dolor infinito.
Un caso más de anomia y desorientación vital adolescente prendida a las fluidas aceras.
Entonces se le abrió aquel pasadizo de la imaginación, absolutamente oscuro, que le acompañó en adelante permanentemente, como el vacío de Pascal, como la voz tenebrosa de Nietzsche.
A veces se adentraba en él sin mirar atrás durante horas, solo en la habitación, esperando que en algún momento del pasaje surgiese algo fantástico y colorido como el País de las Maravillas de Alicia, pero nunca sucedió. Siempre había tenido que volverse sobre sus pasos entre oscuras arboledas de recuerdos o sueños aterradores, estilo Poe o Lovecraft.
No sabía qué podía haber al final del pasadizo, ni siquiera si había final, como en los procedimientos recursivamente enumerables en que enredar a una máquina de Turing: algo que, en definitiva, al portátil reclamándole en parpadeos o a la desolada consola a su lado nunca les importó.
 





El que es





Incontrastable a todas luces, perduró como motor de oscuridad por los siglos. Ni la Física, ni la Química, ni siquiera la Biología han logrado localizarlo en los intersticios atómicos o descifrarlo en los aminoácidos ¡si apenas pueden ya meramente desadjetivarlo del bosón de Higgs!
Y si lo hubieran logrado todas juntas, cada vez con mayor profundidad, misterio e inmensidad, no podrían demostrarlo.
La idea se ha batido en retirada de todos los frentes, se ha visto obligada a fortificarse en el sentir popular como el imperturbable destino.
Pero el vacío de un templo, como el de un museo, no es igual que el resto de vacíos profanos. Ahí reside el misterio.
El misterio de que el milagro performativo de las realidades culturales se fundamente en sí mismo, nazca de su propia decisión de nacer. Que el sentido de la diferenciación primordial que obra todo acto de fundación cultural sea causa sui. 
O que la idea reaparezca ahora como idea innata cartesiana, por la puerta de atrás de la neurociencia.
Y que tantos ateos lo piropeen en cada orgasmo.





Un triste elfo





Porque la peste de Camus, ni siquiera la de Muerte en Venecia de Mann significan la peste literal y bubónica. Representan la disolución autodestructiva del orden social.
Pero qué podía importarle a él, que había sobrevivido durante dos años en aquella vieja cabaña tan lejos de los palacios y los mercados, mientras que de los caminos colgaban los frutos podridos de lo que habían sido hombres, mujeres, niños. Las siniestras procesiones de embozados brujos le sacrificaban brujas pobres a la luna.
Arañando del bosque apenas lo justo para no morir se especializó principalmente en bayas salvajes, sustitutivas de las viejas perlas que los señores antaño le encomendaban para sus trabajos. Tanto tiempo sin otros seres humanos que el viejo orfebre llegó al convencimiento de que el único apestado era él, y que la memoria traumática de algún arcano ostracismo le jugaba ahora una mala pasada.
Se le amontonaron los personajes de piedra en los riscos, y los de nubes en el cielo. Las lluvias purificaban el aire, y algún que otro amigo arbóreo había sucumbido al rayo. El bosque le absolvió de aquel pecado original que había olvidado para siempre, y así quedó liberado de aquellas malditas oraciones impostadas del primer mes que los mirlos nunca atendieron.
Ni un solo dragón en el camino, ni un triste elfo.






Crimen y castigo





A la ministra se le multiplicaba por momentos la ceguera o la desmemoria sobre tanto obsequio durante años a cambio de nada, ante la ametralladora de preguntas de la prensa.
No se caracterizaba por demasiada cintura ni verbo fácil. Trataba de imitar a la presidenta en el gesto adusto, en el tono acerado de las atrabiliarias respuestas con las que solía atajar los temas delicados que la comprometían, que ya eran casi todos.
Pero en su caso no colaba. A la ministra inmaculada con más muertos encima tras el de Defensa la perseguiría siempre la mancha de Eurodisney. A fin de cuentas, era lo que mejor encajaba con su gesto frecuente de no entender nada más allá del confetti y los globos, que incluso habrían invisibilizado el jaguar del marido en el garaje.
El resto del partido tendía la alfombra roja a la mafiosa Eurovegas, o se fumaba a los jueces no solo en las viñetas satíricas. Los subsaharianos morían a las puertas de las consultas a manos de estos supernumerarios, los ancianos proscritos compraban la mitad de los medicamentos prescritos. Tras su mandato no habría cura para el sistema sanitario, y en Justicia que es femenina se abortaría la libertad del aborto. Las escuelas volverían a tomarse en serio viejas historias de antiguos palestinos. Los submarinos atravesaban las profundidades de las aguas públicas portando toneladas de armamento con que festejar al aire la primavera en las plazas árabes, para mayor gloria del negocio privado del ministro. El Corpus Cristi de procesión por los retretes de platino.
Como apuntaba ese gran tramposo del partido, beato y odiado exministro, todo se andará con el santo sacramento de la confesión. Era su manera de evangelizarnos a los descreídos, y mostrarnos nuestra inferioridad intelectual y moral: restregarnos la enorme desventaja de no poder hacer trampas a conciencia con la absolución divina esperándonos a la vuelta de confesionario, y en su lugar abocarnos al absurdo tormento de Raskolnikov.






Tiro errado




Como en el cuento positivista de Verne, lo único que había aprendido de la extenuación es que debería multiplicar en varios órdenes la potencia del tiro para lograr una primavera perpetua.






Irrelevancias





Pero ¿acaso les preocupa a los pájaros que comerán mañana o a las inmensas galaxias el déficit tarifario…?
¿Alcanzó Francisco de Asís a apelar en su bonhomía al hermano tiburón…?
¿Qué le importa a este amanecer sorprender al fotógrafo dormido…?






En las nubes





A los filósofos los imperiosos conflictos sociales les exigían bajar de la nube, al tiempo que se emplazaba al resto a mudar allí todos sus datos.
Hágale usted mismo el trabajo gratis a la Stasi, argüían algunos. Contrólense del control, advertían otros tratando de concienciar al ciudadano en un nuevo caveat emptor tecnológico.
El Roto pintaba que nos reducen la conciencia para inocularnos más espacio de memoria. Esta descosificación, esta descorporeización en red nos ingresa en lo poshumano, firmaban otros autores.
Espiando por la mirilla de Google o Facebook sorprendimos a Obama espiándonos. Falciani amenazaba de revolución enarbolando su lista de grandes evasores fiscales en Suiza. Assange soñaba con el Ecuador atrapado en una embajada cercada.
Atrápame si puedes en 144 caracteres, le retó ella antes de disolverse en el gran flujo heraclíteo donde nada permanece, y sin embargo todo se almacena y guarda.
Rompan la disciplina de voto, corrómpanse cuanto haga falta, tronó el presidente del partido en un tuit: ¡Pero, por Dios, abandonen el hara-kiri político en Twitter…!    





       

El autobús



Se sentó a esperar el bus en la parada de una línea en desuso en medio del Ramadán, y en el trayecto tuvo ocasión de recorrer el lado correcto de cada una de sus ilusiones en sucesivas paradas no solicitadas, y probablemente también en la religión que no era.







El mago




Necesita un halo de concentración y ¡voilà! el subterfugio reluce a la vista de todos.
El público estalla en entusiásticos aplausos por sentirse partícipe de la inteligencia sutil del truco, en virtud de la inopinada torpeza del mago.







Las leyes



La plana mayor del gobierno acude vengativamente a montarle un escrache en su portal a un ciudadano indignado, y se encuentra con que hace tiempo lo expulsó la policía a rastras bajo el mandato bancario.
No obstante el afectado les acusó ante la opinión pública y un juzgado de amedrentar a unos niños que en esos momentos comían relajadamente en un infrafinanciado comedor social a muchas millas de allí, como trató de probar el poderoso bufete que llevó la defensa.
Le retiraron el colchón menos piojoso del albergue por prevaricador.








Nocturno



Bebía para olvidar que era alcohólico.
Nunca recordaba que padecía alzheimer.
Cuando despertó seguía sonámbulo. Y el cuento de que al despertar el dinosaurio seguía allí, seguía allí.






Elites extractivas






Las elites, si además cuentan con grandes reservas de recursos naturales, tienden a ser doblemente extractivas
¿Acaso no se reservaban esas reservas precisamente para su mayor gloria y boato?
El caso del gobierno de Chávez es loable, en la medida en que solo fue extractiva en el sentido petrolífero y gasístico. Eso es lo imperdonable, incluso después de muerto.
Las elites gobernantes de nuestra sociedad periféricamente desarrollada, al igual que la chavista a la que desprecian por componerse de limpiadoras o chóferes, tampoco son doblemente extractivas, en la medida en que aquí no hay petróleo que extraer que no sea la bilis en el corazón de trabajadores, parados, emigrantes, desahuciados, mujeres, jóvenes o ancianos.






Vidas paralelas





Por su voz le conoceréis en los semáforos, estentórea y hermosa hasta lo venerable.
-Hermano, una mano: pero que no sea al cuello –solía poner de guinda al discurso, ante el regocijo generoso de los conductores.
Hasta que un vídeo en youtube lo inmortalizó, rastafari de piel muy negra recitando hondamente y con humor cual actor shakesperiano en las ventanillas de los coches, para ganarse unas perras. Y de las millones de visitas saltó a los telediarios y a la fama mundial de los quince minutos de Warhol, ese otro extravagante sagrado carente de talento alguno conocido que no fuera parasitario.
Inmediatamente lo habían convertido en flamante presentador de alguna sección de un noticiero en una gran cadena y había firmado unos cuantos contratos de doblaje: de sopetón dejó atrás la vida mendicante para siempre, como un mal sueño calderoniano. No en vano afirmaba en las entrevistas ilusionado que aprovecharía la oportunidad para tratar de cumplir su sueño en el teatro.
En otro telediario un vagabundo brasileño argumentaba ante la cámara que era una persona espiritual y profunda, desafiaba a cualquiera a confirmarlo hablando con él, y sin embargo no había conocido otra cosa en la gran urbe que la miseria, mientras contemplaba atónito a diario a los hueros botarates de la tv. y el show viviendo del cuento oligofrénico, en el más sangrante derroche. ¿Era razonable o justo aquello…?
Y precisamente porque no le faltaba razón, allí se pudriría si no lo abortaba antes una bala en la favela, en aquel semáforo de la verdad que mejoraba ostensiblemente en autenticidad al confesionario de cualquier reality televisivo.





Orden aleatorio




Toda su vida almacenada y perfectamente jerarquizada en cerebrales listas de reproducción, pero solo se activaban en orden aleatorio.







Despedidas




Varios planetas en la zona habitable a 22 años-luz suena a mucha casualidad, o a que el universo podría estar plagado de planetas acondicionados o prestos a nacer a la vida.
Cuando la vida peligra o se apaga, ama la infancia que clava al firmamento de su despedida.







Del amor




Probablemente una compleja república celular o bacteriana sabe que muere, en la misma medida en que lo sabe a otra escala un cerebro humano tras escuchar a sus nervios y conceptos confirmárselo: eso si no activa directamente ella misma su propia apoptosis o suicidio celular programado.
Cuando la amó era recrear de nuevo el primer acto de fe de la vida respecto a sí misma. El resto del tiempo fue rememorar juntos por separado su inevitable textura de degradación.
Y ubicuos ecos de su radiación de fondo.
  





Humanos



Podríamos estar camino de superar la prehistoria humana, a menos que andemos acelerando hacia el final de tanta historia para nada.
Cada cual asume sus apuestas racionales.
En realidad ninguna de las dos significaría demasiado en un universo en que proliferara la vida, incluso las civilizaciones inteligentes avanzadas que hubieran superado este primer trago amargo de la autodestrucción planetaria. Por probabilidades la vida proseguiría su curso en cualquier caso, mientras quede alguien en nuestra tumba para recitar como exorcismo ese trillado salmo.
Pero ay si cargamos sobre nuestras espaldas la responsabilidad exclusiva de emociones, ideas y actos en el universo, fruto de una irrepetible casualidad cósmica.
En ese caso da más apuro metafísico que las luchas tribales o clánicas de poder eclipsen a todas luces nuestra conciencia de especie y comprometan nuestra supervivencia, pasando por encima tanto de las prescripciones científicas como del humanismo revolucionario, sea laico o de inspiración religiosa.
Unos lo declaran resultado de no desanimalizarnos todavía lo suficiente, nuestro torcido renglón camino del alma pura. Otros arguyen que de traicionar nuestros orígenes animales nos hemos vuelto unos desalmados.
El mensaje arrojado a la velocidad de la luz dentro de una botella combinaba el canon áureo de las formas humanas o las ecuaciones relativistas con un puñado de genocidios de muestra: era la manera más juiciosa de acercarse a una eternidad a tan solo millones de años vista.



Inexistencia




No podía soportar la presión atmosférica, así que finalmente dimitió de respirar.
Pero acabó encontrando acomodo en los nichos anaeróbicos de multitud de intestinos animales, lo que le impidió igualmente la ansiada inexistencia.







Arenero





-Cuando el arenero haya contado todos los granos quiero que los distribuya en el tablero de ajedrez como en la vieja leyenda oriental…
Lo que es un Sísifo que ni siquiera logró una sola vez llevar la piedra hasta la resbaladiza cumbre.






Distancia





Tan distanciado como podía del distanciamiento de Brecht, vagaba por las luminarias reveladas del Asperger inducido.







Ouroboros





No encajan las piezas, las fórmulas se le resisten. Ha subido numerosas veces las escalerillas de un autobús público en supersticioso homenaje a Poincaré, más incluso de las que su bolsillo de becario y los trayectos permitían, pero de poco ha servido.
Y entonces un día, cuando menos se lo esperaba, soñó delante de la chimenea con el anillo de benceno de Kekulé. Al despertarse no sabía que también lo había hecho con el Ouroboros de su demostración.
 
 
 
 
 

Memorias





Si no era de fuerza mayor, esta ventana debería haberle ofrendado un deslumbrante día primaveral sobre un mar de medusas, pero en cambio le cede un espesor digno del invierno del mayor descontento.
En el cual le sobreviene, de un largo viaje sobre las encabritadas olas, una caravana de escenas de un pasado triste y gris de posguerra, en rincones que sobrevivían a la vorágine hiperindustrial del plástico, del nuevo Madrid Ikea-Vodafone.






Esporas





Unas esporas extraterrestres capaces de clonar en días un ser humano maléfico a partir de un útero femenino no le pareció científicamente robusto, ni tampoco demasiado original tras la gloriosa paranoia cinematográfica de los años 50 de la Guerra Fría, hasta que en un extraño rato de lucidez sobrevenida -en la que no obstante no llegaba a saber si era de día o de noche allá afuera- levantó la tapa de plástico y comprobó el estado de la pizza de encargo abandonada desde hacía una semana en aquel rincón de aquel ignoto continente-cocina.






Hollywood





Por más que Hollywood se esmere en presentarnos amenazas exógenas o endógenas, aliens, desastres naturales globales o virus zombificantes contra los que cohesionar la solidaridad colectiva, sus producciones apocalípticas ejercen a sabiendas de que el día que esta impere mundialmente lo primero que chaparía sería el propio Hollywood, y precisamente ahí estriba su vibrante autenticidad bajo el cartón piedra digitalizado.







Placas de identificación





Solía pertenecer a aquellos que nunca llevaban nada encima si no les hacían un análisis de sangre, pero aquella vez la policía no atendía a razones. Regresaba del Raval con aquel prometedor número de teléfono anotado en la servilleta, que perdió en la paliza callejera. Se había revuelto intentando recuperarlo del suelo, ya que los ladridos homófobos sepultaban cualquier otro intento de comunicación –siquiera hubiera sido para reivindicar su heterosexualidad- pero lo llamaron atentado contra la autoridad quienes por toda identificación mostraban placas dentales, o directamente las pulverizaban.
 
 
 
 
 

Excusas




Cómo hacer literatura a comienzos de la sexta gran extinción de la vida, se excusaba.







Dolce vita




La pastelería vive un momento dulce, aseguraba salado en una entrevista un poco antes de la amarga ruina (dicho sea sin acidez).







Moción de verdad





Por más documentos firmados o datos confirmados acerca de nuestra flagrante corrupción en que se apoyen ustedes, esa no es la verdad, alegó el presidente del gobierno: La única verdad comprobable es que ustedes no tienen fuerza ni para una moción de censura. Esa mentira sobre la verdad es verdad que fue la única en boca presidencial a la que los hechos no desmintieron inmediatamente. 






Lobos




La visión excesivamente individualista de la mayoría. Liceo era en Grecia el señor de los lobos, en la era moderna lo fue Hobbes. El señor de los lobo-atomizados. Como si los lobos no funcionasen en manadas.







El pez





No recordaba lo que le susurró el médico al oído tras el cachete seco y su primer llanto, pero ya entonces lo entendió como un castigo por su dejadez e indolencia en la complicada y larga cesárea, e interpretó en aquella burbuja de cristal su primera celda de aislamiento. Nada de ello logró disuadirlo no obstante de que seguía siendo un pez.







Salomón





En realidad Salomón había querido cortar el niño en dos en un arrebato de irritación: a ver si lograba que dejaran de molestarle con rencillas de la plebe y podía dedicarse de una vez al cultivo de la sabiduría, para elevarse a la altura del inalcanzable sobrenombre con que le habían coronado.






Illuminati





Los Illuminati actúan en la oscuridad. Los de la banca vaticana blanqueaban bajo casulla papal ingentes sumas de dinero negro, lo desviaban, distraían o evadían milagrosamente; y luego se divertían financiando best-sellers estúpidos o páginas webs para gente impresionable. La propuesta del veneno no prosperó en la última conjura en los sótanos de Castelgandolfo, ni tampoco querían más ahorcados por los puentes. Decenas de miles de cirios rezaban la callada noche, mientras la cúpula refulgía de Dios misterioso. Una espectacular performance milenarista cuyo ilusionismo nada tenía que envidiar a las grandes superproducciones cinematográficas, ni a las campañas electorales estadounidenses. Solo que el poderío espiritual de sus jerarquías angelicales resultaba inconmensurable con ninguna maquinaria militar y tecnológica.






El trilero




¿Profesión?
Ministro, trilero, sepulturero sin escrúpulos, corrupto integral.
¿Estado?
Solo el que garantice, salvaguarde y acreciente los privilegios de los míos y mi clase social. Ahora déjeme preguntarle a usted: ¿Esto es el infierno…?
Nunca podría serlo. Puesto que usted ha creído en ello fervientemente toda su vida, algo así ha de ser falso a la fuerza…






El príncipe feliz




Oscilante y maquiavélico, desde lo alto de la torre divisaba a sus pies el monótono, inercial e inconsciente trajín ciudadano, que se recreaba en sobresaltar puntualmente con su explosión de resonantes campanas inoculando el terror sagrado en los huesos. Pero aquella medianoche el relámpago cabalgando su propio estruendo se le adelantó, y el enorme péndulo se precipitó humeante hacia el centro de la fuente en medio de la plaza, donde hubo un tiempo que se apostó soberbio el príncipe feliz saqueado en becas para estudiantes pobres y ayudas a la dependencia. Y entonces sí, los lugareños en adelante adoraron aquella herrumbre como un resorte desprendido del humor planetario. 






Loas




Y entre los muertos humeantes aparecieron intactos entre las vías los políticos, que descarrilan el país a inusitada velocidad al servicio de la avaricia de las élites tan cobardemente, para destacar la generosidad de los ciudadanos y el heroísmo de servicio público de esos médicos, enfermeros o bomberas cuya labor degradan día a día.






Impugnación




-Impugno toda mi vida, incluida la que no viviré: creo que es la mejor decisión que cabe tomar a cada momento -replicó el condenado- ¿Y ustedes…?
Las miradas del ansioso público evitaron encontrase con ninguna otra, como en ese raro armisticio que alcanzan a veces ocho reinas en un tablero de ajedrez, antes de que revolotearan las chispas en sus cabezas. 






Bierce




Derechos civiles, eso que se inventaron los negros en EEUU para dar coartada a sus revueltas callejeras cada vez que un blanco armado masacra injustificada e impunemente a cualquiera de los suyos. Suele precisar de la aquiescencia de un sofisticado jurado de patriarcas y amas de casa que se niegan a desembarcar del arca de Noé.
Un hallazgo reciente entre inéditos de Ambrose Bierce: uno de esos días en que el diablo actualizaba su diccionario a ritmo de Rolling Stones, en lugar de matar moscas con el rabo.






Quimeras



Creía que con literatura se le subsanarían los días, y leyó, leyó, leyó hasta enloquecer, y acabó creyéndose un ingenioso hidalgo de la Mancha al que Sancho Panza trataba de embaucar para perseguir no se sabe qué quimeras fuera de su pueblo, deseando arrastrarle a arremeter contra los atronadores gigantes como si de meros molinos de viento se tratara.







Condolencias





Desde el dolor y respeto a las víctimas, en mi tuit me limité a afirmar que es una pena que la catástrofe ferroviaria de trenes de aluminio y frágiles vagones de alta velocidad destructiva, en una curva imposible de un trazado inviable, en medio de recortes de la seguridad del pasaje, haya oscurecido los datos de la EPA desde los que podíamos tratar de engañar otro rato respecto a la recuperación económica y del empleo: no entiendo la avalancha de descalificaciones. Téngase en consideración que de mi partido en el gobierno no fui precisamente yo el que envió una condolencia por el terremoto de Gansú en China: pero es que la altura de miras de nuestro amado, opaco y huidizo líder es tal que desde allí solo se divisa la muralla china, o como mucho los reflejos de los invernaderos de mano de obra esclava que están revirtiendo el cambio climático en Almería.






Pendiente resbaladiza




El mítico tiempo en que confluían candilejas y luces de bohemia, prosperaban los tugurios de humo, jazz y misterio, mientras que las redadas perturbaban la perturbada noche allá afuera con asiduidad de perversión fiel. Philip K. Dick logra retenernos esta segunda parte del asunto en su novela futurista, pero al tiempo desovilla ese relato lleno de trampas de quien se salió voluntariamente de la trampa general, como hizo la mayoría, para luego venirnos a alertar de la supergravedad de agujero negro, inexorable e irresistible, de la sustancia M hacia la degradación cerebral, en un conspicuo argumento de pendiente resbaladiza.






Entre sombras



En La memoria de Shakespeare Borges reencuentra al Borges de juventud con el Borges anciano que escribe los últimos relatos de su vida, en asimétrica consonancia a como se había desdoblado en el Libro de Arena una década antes el Borges que había rebasado con creces la edad intermedia. En tales laberínticas confluencias la identidad se centrifuga en los distintos puntos de vista epocales. En cambio El doble de Dostoievsky, en lugar de simultanear a seres de tiempos distintos, enfrenta cruelmente al verdugo y víctima que conviven contemporáneamente en cada uno, hasta la ruptura final de asimetría. Lo que desde luego le resultó altamente inspirador y expresivo al psicoanálisis freudiano, que tan oscuramente aspiró a arrojar luz sobre nuestra sombra.






La batalla final



Imaginamos aquellas batallas cósmicas entre los dioses casi lanzándose mundos a la cara, o al menos montañas y ríos enteros con todo su cauce. Hoy el héroe y el villano terrorista enfurecidos y plenamente concentrados en el rival, en pleno intercambio final de golpes miméticos de la película, hacen de pequeños dioses que arrojan misiles a terceros, o quizás solo descarrilan vagones enteros llenos de gente, o generan a su paso terribles accidentes múltiples de tráfico, cuando no se conforman con arramblar con gente o puestos de venta callejeros, en virtud de una tecnología que viene a sustituir a la antigua magia como indistinguibles, que decía A. C. Clarke. De un poderío que exponencia de un soplo las sobrantes víctimas humanas y las amontona fuera de foco, mero trasfondo inútil de las épicas luchas divinas.
Un tríptico bullente de El Bosco.