sábado, 27 de julio de 2013

Vidas paralelas





Por su voz le conoceréis en los semáforos, estentórea y hermosa hasta lo venerable.
-Hermano, una mano: pero que no sea al cuello –solía poner de guinda al discurso, ante el regocijo generoso de los conductores.
Hasta que un vídeo en youtube lo inmortalizó, rastafari de piel muy negra recitando hondamente y con humor cual actor shakesperiano en las ventanillas de los coches, para ganarse unas perras. Y de las millones de visitas saltó a los telediarios y a la fama mundial de los quince minutos de Warhol, ese otro extravagante sagrado carente de talento alguno conocido que no fuera parasitario.
Inmediatamente lo habían convertido en flamante presentador de alguna sección de un noticiero en una gran cadena y había firmado unos cuantos contratos de doblaje: de sopetón dejó atrás la vida mendicante para siempre, como un mal sueño calderoniano. No en vano afirmaba en las entrevistas ilusionado que aprovecharía la oportunidad para tratar de cumplir su sueño en el teatro.
En otro telediario un vagabundo brasileño argumentaba ante la cámara que era una persona espiritual y profunda, desafiaba a cualquiera a confirmarlo hablando con él, y sin embargo no había conocido otra cosa en la gran urbe que la miseria, mientras contemplaba atónito a diario a los hueros botarates de la tv. y el show viviendo del cuento oligofrénico, en el más sangrante derroche. ¿Era razonable o justo aquello…?
Y precisamente porque no le faltaba razón, allí se pudriría si no lo abortaba antes una bala en la favela, en aquel semáforo de la verdad que mejoraba ostensiblemente en autenticidad al confesionario de cualquier reality televisivo.





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