En La memoria de Shakespeare Borges
reencuentra al Borges de juventud con el Borges anciano que escribe los últimos
relatos de su vida, en asimétrica consonancia a como se había desdoblado en el Libro de Arena una década antes el
Borges que había rebasado con creces la edad intermedia. En tales
laberínticas confluencias la identidad se centrifuga en los distintos puntos de
vista epocales. En cambio El doble de
Dostoievsky, en lugar de simultanear a seres de tiempos distintos, enfrenta
cruelmente al verdugo y víctima que conviven contemporáneamente en cada uno,
hasta la ruptura final de asimetría. Lo que desde luego le resultó altamente
inspirador y expresivo al psicoanálisis freudiano, que tan oscuramente aspiró a
arrojar luz sobre nuestra sombra.
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