Los Illuminati actúan en la oscuridad. Los de la banca vaticana
blanqueaban bajo casulla papal ingentes sumas de dinero negro, lo desviaban,
distraían o evadían milagrosamente; y luego se divertían financiando best-sellers estúpidos o páginas webs para gente impresionable. La
propuesta del veneno no prosperó en la última conjura en los sótanos de
Castelgandolfo, ni tampoco querían más ahorcados por los puentes. Decenas de
miles de cirios rezaban la callada noche, mientras la cúpula refulgía de Dios
misterioso. Una espectacular performance
milenarista cuyo ilusionismo nada tenía que envidiar a las grandes
superproducciones cinematográficas, ni a las campañas electorales
estadounidenses. Solo que el poderío espiritual de sus jerarquías angelicales
resultaba inconmensurable con ninguna maquinaria militar y tecnológica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario