Por más que
Hollywood se esmere en presentarnos amenazas exógenas o endógenas, aliens, desastres naturales globales o
virus zombificantes contra los que cohesionar la solidaridad colectiva, sus
producciones apocalípticas ejercen a sabiendas de que el día que esta impere
mundialmente lo primero que chaparía sería el propio Hollywood, y precisamente ahí
estriba su vibrante autenticidad bajo el cartón piedra digitalizado.
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