sábado, 27 de julio de 2013

Del amor




Probablemente una compleja república celular o bacteriana sabe que muere, en la misma medida en que lo sabe a otra escala un cerebro humano tras escuchar a sus nervios y conceptos confirmárselo: eso si no activa directamente ella misma su propia apoptosis o suicidio celular programado.
Cuando la amó era recrear de nuevo el primer acto de fe de la vida respecto a sí misma. El resto del tiempo fue rememorar juntos por separado su inevitable textura de degradación.
Y ubicuos ecos de su radiación de fondo.
  





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